Diseño aparte, que ha supuesto un salto cualitativo de Opel con respecto al modelo al que sustituye, la marca alemana tenía claro que tenía que ofrecer “algo más” con la nueva Vivaro, es decir, un vehículo funcional, cargado de la más alta tecnología, y que fuese una auténtica oficina rodante que facilite el trabajo diario al profesional.

Todo esto está muy bien, pero a las “buenas palabras” hay que darlas un sentido práctico y qué mejor forma que probando, o más bien teniendo una primera toma de contacto, que nos pusiese en “alerta” sobre las aptitudes de este comercial medio

Recordar que cuatro son los motores que pone en liza Opel en el mercado español. Partiendo todos ellos de una bancada de 1,6 litros de cilindrada, los dos menos potentes se basan en un bloque con turbo de geometría variable para potencias declaradas de 90 y 115 CV, mientras que los más enérgicos tienen en su doble turbocompresor su razón de ser, dos mecánicas de 120 y 140 CV de potencia, respectivamente, con pares máximos de 320 y 340 Nm.

Para nuestro recorrido por los alrededores de Munich, escogimos el motor biturbo menos potente, pues entendemos que es el que mayor ventas va a concentrar. Además, optamos por una configuración furgón de paso corto (4,99 metros, por 5,39 metros la larga) y techo bajo (1,97 metros, por 5,39 la variante de techo alto).

Excelente propuesta

La realidad fue bastante fiel a lo que nos habían anunciado durante la presentación del vehículo, tanto desde el punto de vista mecánico como de calidad de conducción. Por lo pronto, su puesta en escena es firme y decidida, gracias sobre todo a un primer turbo que nos permite contar con hasta un 80% del par máximo a partir de las 1.250 rpm, de tal forma que las arrancadas en cualquier tipo de circunstancia o las incorporaciones a toda clase de vías incluso a plena carga se haga con total solvencia.

Lo mejor es que esa sensación de fuerza no se pierde nunca a medida que vamos subiendo de vueltas, gracias a un segundo turbo que garantiza un empuje continuado hasta alcanzar la velocidad deseada o, por ejemplo, cuando tenemos que “tirar de riñones” en forma de recuperación para realizar algún adelantamiento o salvar desniveles importantes. Además, esta ganancia de prestaciones se hace de una forma muy suave, sin que el motor muestre el más mínimo síntoma de fatiga y con una rumorosidad muy baja, que realmente nos sorprendió durante nuestro contacto.

Como también nos causó sorpresa el reducido consumó que nos anunció el ordenador de abordo una vez terminado nuestro recorrido, que marcó unos irrisorios 5,6 litros a los 100 kilómetros, cifra muy a tener en cuenta para un vehículo comercial.

Ni que decir tiene que la dinámica durante la conducción nos recordó a la de alguno de sus rivales alemanes de similares características, con una calidad de rodadura muy por encima que la percibida en la anterior Vivaro.

Si a ello le sumamos un equipamiento de seguridad y telemático de primer nivel, y una funcionalidad interior excepcional, incluida la trampilla en la parte baja de la mampara separadora que permite cargar objetos de hasta 4,15 metros de largo, no podemos sino afirmar que nos encontramos ante una nueva generación que puede codearse sin ningún temor con marcas “premium” como Mercedes-Benz o Volkswagen.