Precisamente el gasto de combustible, un elemento clave por lo que supone para la estructura de costes de un profesional, resulta un factor perentorio a la hora de decantarse por uno u otro modelo, sobre todo teniendo en cuenta que por la configuración de la versión que teníamos entre manos, el radio de acción por el que se va a mover mayormente esta Vokswagen Caddy es por la ciudad y sus alrededores.
Excelente economía de consumo
Y ese es precisamente uno de los puntos fuertes de este motor de 75 CV, el consumo. Basta echar un vistazo a los datos medidos por nuestro equipo de pruebas, para darse cuenta de que en Volkswagen han trabajado mucho en este apartado, a tenor de los resultados obtenidos: menos de 7 litros a los 100 km en ciclo urbano.
Pero es que en ningún caso vamos a superar este gasto, ni siquiera cuando circulamos en vías de alta capacidad tipo autovía, éste se dispara, llegando a los 6,25 l/100 km a una velocidad media de 112 km/h. Mucho más sorprendente son las cifras obtenidas en ciclo interurbano, en el que el gasto medio apenas sobrepasa los 5,5 litros.
Queremos decir con ello que precisamente este apartado a más de uno le hará elegir este modelo, pero bien es cierto que la gran mayoría de sus rivales cuentan entre sus pequeños furgones con variantes con mecánicas de bajo cubicaje que también ofrecen consumos más que interesantes.
Aceptable rendimiento
Donde sí se diferencia de su rivales es en el apartado mecánico, no tanto en lo que respecta en la potencia declarada –prácticamente todo ellos andan entre los 70 y los 80 CV- como en el par máximo, que en el caso de la Vokswagen Caddy llega hasta los 225 Nm, siendo el que más se aproxima la Fiat Doblò, con 200 Nm.
Ello le permite disponer de una fuerza muy a tener en cuenta, sobre todo a partir de las 2.000 rpm, pues por debajo de estas vueltas el propulsor de muestra algo perezoso ante nuestra demanda. Así y todo, es precisamente a medio régimen cuando la Caddy da lo mejor de sí, en el espectro que va desde esas 2.000 revoluciones descritas hasta las 2.500 rpm, con lo que si no dejamos “caer” el motor por debajo de este intervalo, siempre mantendremos una marcha ágil, independientemente del tipo de vía por el que circulemos.
En este sentido, el cambio –manual de cinco relaciones- está perfectamente sincronizado con el propulsor, de manera que encontraremos siempre el régimen adecuado rápidamente, gracias a la inmediatez de su respuesta. En su debe, hay que significar que resulta un tanto áspero al tacto, pero lo que cuenta es su efectividad, y de eso anda sobrado.
No podemos obviar por otro lado que a plena carga y ante determinadas maniobras –por ejemplo, en el momento de realizar un adelantamiento-, es posible que echemos en falta algún caballo extra y algo más de “riñones”, pero hay que tener presente que para eso Volkswagen cuenta con una serie de motores de lo más completa, y si es preciso, habrá que pensarse ante de realizar la compra si apostar por el mecanismo protagonista de nuestra prueba o por el siguiente en el escalafón, que llega hasta los 102 CV de potencia, si bien también está disponible un 110 CV e incluso un 140 CV.
En cualquier caso, el modelo alemán siempre nos ofrecerá una respuesta más que digna para llevar siempre una marcha cómoda, sobre todo si circulamos por entornos urbanos que es por donde mejor se desenvuelve la Caddy.
Una dirección (electromecánica) bastante suave, unido a un radio de giro de 11,1 metros posibilita movernos con relativa soltura incluso por las calles más estrechas. Ahora bien, en ocasiones esta suavidad resulta demasiado “manejable”, apreciación que se hace más evidente en el momento de afrontar curvas muy cerradas, en las que el giro del volante se hace más necesario, por lo que conviene tener las manos en el mismo en todo momento.
Gran empaque
Luego, y en lo que respecta a las suspensiones, es difícil poner algún “pero” al modelo alemán, en tanto que proponen unos reglajes lo suficientemente calibrados como para soportar la carga sin ningún tipo de problema, incluso cuando vamos al máximo de su capacidad (816 kilos).
A destacar asimismo su comportamiento en el paso por curva, que la Vokswagen Caddy asume con un aplomo más que digno, sobresaliendo en este sentido la firmeza de un tren posterior que se muestra muy sólido incluso en los desplazamientos laterales continuos.
Todo ello juega un papel fundamental a la hora de hacer de este pequeño furgón un vehículo que en todo momento transmite una sensación de seguridad bastante alta, que se acentúa enormemente con una dotación de elementos de ayuda a la conducción muy completa, en la que dispositivos como el ABS, los controles de tracción ASR y estabilidad ESP, la regulación del par de arrastre MSR o el airbag del conductor vienen de serie, algo de lo que prácticamente ninguno de sus competidores puede presumir.
Mejoras evidentes
Por todo lo demás, se trata de un modelo que ha mejorado bastante en detalles sobre todo de acabado, con nueva parilla y diversos cambios a nivel interno que incrementan su ergonomía y funcionalidad muchos enteros. Así, el volante –de tres radios y con remates cromados- adopta el diseño de algunos de los turismos de la marca. También la grafía del cuadro de relojes, los tapizados y los mandos de la climatización son nuevos, lo que contribuye a incrementar la sensación de calidad del habitáculo. Una percepción que sería aún mayor si el tacto de los plásticos fuese menos duro.
Pasando a la parte trasera, no podemos sino advertir que al encontrarnos ante la unidad base de la gama la zona de carga no ha sido lo suficientemente “vestida”, con lo que se ve mucha chapa, ya que ni laterales ni piso han sido revestidos con ningún tipo de material.
Ello tiene consecuencias negativas en el devenir, sobre todo cuando se circula a altas velocidades, en tanto que se percibe más de lo debido el ruido proveniente de la parte trasera, hasta el punto de que en ciertos momentos resulta hasta algo molesto. En cualquier caso, entre la lista de opcionales encontramos la posibilidad de añadir un suelo de goma por poco más de 100 euros.
Por lo demás, se trata de un compartimento de carga con unas medidas más que generosas para tratarse de un furgón de pequeño tamaño,con uan longitud de 1.781 mm, una anchura de 1.552 mm -1.172 mm entre los pasos de rueda- y una altura de 1.224 mm, para un volumen efectivos y los ya aludidos 816 kilos de carga útil.
En líneas generales se trata de un vehículo muy bien “terminado”, con sus lógicas carencias al tratarse de una versión básica, pero que nos resolverá perfectamente el cometido para el que ha sido configurado.
(c) fotos: Juan Caraballo
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