Dicha ley supone la prohibición directa de comercialización de vehículos diésel, gasolina, GNC y GLP e híbridos en todas sus tipologías. En la práctica, esto significa ir en contra del principio de neutralidad tecnológica defendido al máximo por la Unión Europea.
Desde el momento mismo de aprobación de dicho precepto se prohíbe cualquier subvención que favorezca el consumo de combustibles fósiles. Esto significa que sólo se podrán subvencionar los vehículos eléctricos puros, con lo que desactiva los actuales planes de apoyo al vehículo alternativo y discrimina, desde ya, a una tecnología limpia y eficiente frente a otras, que deben servir de puente para alcanzar la movilidad cero y bajas emisiones.
ANFAC resalta que “la industria está totalmente comprometida con la descarbonización del parque automovilístico pero que la transición hacía una movilidad cero y bajas emisiones ha de ser ordenada, justa y rentable desde el punto de vista social y económico”, ha señalado su vicepresidente ejecutivo, Mario Armero.
La asociación ANFAC asegura que el Gobierno “no ha contado con la opinión de las asociaciones del sector ni de los sindicatos a la hora de redactar este proyecto cuando el clima entre ministerios y asociaciones era de total interlocución y colaboración”.
Para ANFAC, este proyecto de Ley tiene una serie de implicaciones económicas, laborales, sociales y de políticas de movilidad, con severos impactos en el tejido industrial español de la automoción, que representa el 10% del PIB y el 9% de la población activa del país. Supone encarar una reconversión industrial completa y acelerada de las fábricas españolas en su conjunto, lo que necesita de unas importantes medidas de acompañamiento, con inversiones industriales y en tecnología que eviten que las plantas pierdan competitividad y empleo, medidas que ahora mismo se desconocen.
La normativa establece que en 2050 no circularán vehículos que tengan ninguna emisión contaminante ni de CO2. Esto supone renovar el parque automovilístico en su conjunto en ese plazo, con la falta, de nuevo, de un plan de achatarramiento radical.
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