Ello se recoge en el informe ‘La electrificación de los vehículos: ¿amenaza u oportunidad?’, realizado por SERNAUTO y Roland Berger. Para que la industria en su conjunto tenga éxito, es esencial una colaboración público-privada.
El gobierno español debe colaborar con la industria para definir el entorno más adecuado y proporcionarle el apoyo necesario, porque el 10% de la economía española está en juego. Y lo mismo sucede a nivel europeo.
Estos son los campos de actuación básicos para afrontar los grandes retos a los que nos enfrentamos:
Producción europea de coches electrificados
La electrificación es el centro neurálgico de la mayoría de los cambios que se están produciendo y una transformación necesaria para cumplir con los objetivos europeos de emisiones (los más estrictos del mundo). Los proveedores europeos lideran el desarrollo de híbridos suaves e híbridos enchufables, que pueden ser la tecnología puente hacia la movilidad eléctrica. En los eléctricos también hay fortalezas en motores en rueda y en sistemas de gestión de baterías.
Algunos países de Europa están desarrollando capacidades de producción de vehículos eléctricos y los grandes OEMs están estableciendo plantas de fabricación en sus países de origen (Alemania, Francia y Reino Unido), tomando la delantera en el desarrollo del coche eléctrico en Europa.
En España ya se producen dos automóviles eléctricos, pero nuestra industria de proveedores necesita reaccionar a tiempo para desarrollar capacidades nacionales y atraer más inversiones.
Las baterías como componente clave
El elemento clave es la batería, que supone alrededor del 40% del valor añadido de un vehículo eléctrico. El mercado de baterías está centrado en Asia, en especial en China, que copa el 80% de la producción. Tan solo el 3% de las baterías se producen actualmente en países europeos, según cálculos facilitados por Daniel Calleja, director general de Medio Ambiente de la Comisión Europea. Además, el elevado peso de las baterías, de 300 a 500 kilos, supone un obstáculo logístico y hace necesario que su producción se realice cerca de las plantas de vehículos.
La industria europea aspira a liderar la tecnología de baterías de próxima generación y espera que la Iniciativa Europea de Baterías promovida por la Comisión Europea, así como las estrategias nacionales, apoyen este progreso.
La ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, ha declarado que “España tiene que tener un papel protagonista en la Alianza Europea de las Baterías, porque contamos con los actores relevantes en toda la cadena de valor de la industria del automóvil y, especialmente, del sector de los componentes”.
España no ha entrado en el primer IPCEI (Proyecto Importante de Interés Común Europeo, por sus siglas en inglés) de la Alianza Europea de las Baterías (compuesto por Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Finlandia y Suecia); pero sí en el segundo, también liderado por Alemania y con once países.
Acceso a materias primas
Los proveedores europeos deben tener un acceso seguro a las materias primas y a los productos intermedios que necesitan, independientemente de su procedencia, para fabricar baterías y otros componentes. En el caso de las baterías de los vehículos eléctricos, China es el mayor suministrador de estos materiales, de él depende el 70% de las exportaciones mundiales. Brasil, EE UU, Rusia o Sudáfrica cierran el círculo. El riesgo de concentración de la producción está asociado en muchos casos a la escasa posibilidad de sustitución y el poco nivel de reciclaje, según un estudio de la Comisión Europea.
La política de la UE debería apoyar el acceso seguro a estos materiales y evitar interrupciones en la cadena de suministro por conflictos comerciales o disputas geoestratégicas. Al mismo tiempo, hay que apoyar los esfuerzos de I+D para desarrollar soluciones tecnológicas alternativas que puedan reducir la dependencia de materiales cuyas perspectivas de suministro son inciertas.
Innovación
La industria de proveedores de automoción es “uno de los mayores inversores privados de España en i+D+i. Vuestra contribución a una movilidad sostenible e inteligente es estratégica para la economía española y europea”, en palabras de Reyes Maroto. Con una inversión anual de más de 1.500 millones de euros, esta industria invierte en I+D+i más del 4% de su facturación, el triple que la media industrial. Este esfuerzo inversor se debe mantener, e incluso intensificar, en los próximos años para competir en un nuevo entorno y desarrollar soluciones tecnológicas relacionadas con la electrificación, la conectividad y la automatización.
Muchas empresas están evolucionando de fabricantes de componentes a proveedores de sistemas completos, y desarrollan tecnologías en áreas como la electrificación, la conectividad y la inteligencia artificial. La industria española de proveedores está compuesta de grandes fabricantes de sistemas y piezas de primer nivel, pero también de pequeñas empresas muy especializadas.
En la agenda de prioridades estratégicas en I+D+i de la Plataforma Tecnológica Española de Automoción y Movilidad (Move to Future, M2F), los sistemas de propulsión y combustibles alternativos, la automatización y la conectividad ocupan una posición destacada.
El proceso de “Softwerizacion”
Los vehículos eléctricos reducen la complejidad mecánica y, además de la batería, el software se convertirá en un factor diferenciador clave en ellos. El “hardware” mecánico reducirá su importancia en la cadena de valor y los proveedores tradicionales de la industria se van a enfrentar a nuevos competidores del sector de las TIC.
Para financiar las inversiones necesarias que exige este nuevo ecosistema, será indispensable que las empresas continúen con su actividad principal (en vehículos de combustión e híbridos) y mantengan su rentabilidad.
Apoyo en la transformación
La Unión Europea ha adoptado los objetivos de emisiones de CO2 más ambiciosos del mundo. En 2030, la media de emisiones de los vehículos vendidos por cada fabricante tendrá que ser de alrededor de 67 gramos de CO2 por kilómetro, un 37% menos que los 95 gramos que entran en vigor en 2020. Para poder cumplirlo, alrededor del 40% de los vehículos de las gamas de los fabricantes tendrán que ser híbridos o eléctricos.
Para afrontar esta transformación es necesaria la colaboración del sector público y privado. Por un lado, son necesarias una mejor infraestructura de recarga y la generación de cantidades suficientes de energía renovable; y por otro, mejoras tecnológicas en los coches eléctricos y economías de escala que permitan reducir su precio. Solo así los consumidores se podrán decantar por esta opción, y los fabricantes de automóviles y de componentes, asegurar su rentabilidad.
Marco regulatorio
Los proveedores europeos llevan mucho tiempo solicitando un enfoque para el cálculo de emisiones de CO2 “del pozo a la rueda” (“well to wheel”) para tener en cuenta también las emisiones de la producción del combustible y generación de electricidad.
Y, en una fase posterior, que se calculen las emisiones producidas por un automóvil en todo el ciclo de vida, incluyendo la producción de materias primas y componentes y el reciclaje, y no solo las que genera en su fase de utilización. Este cálculo equilibraría el “terreno de juego” para las diferentes tecnologías de propulsión. La Comisión Europea está examinando cómo integrar el ciclo de vida completo a la normativa sobre emisiones y se espera que sea considerada en futuras regulaciones.
Es crucial favorecer el desarrollo de un marco regulatorio “inteligente”, tecnológicamente neutro y basado en criterios de eficiencia, apoyar a las administraciones nacionales en la implementación de dicho marco e integrar la normalización en las actividades innovadoras.
Armonización técnica
La industria europea y española de automoción es muy exportadora. Por este motivo, la armonización técnica mundial es un factor clave para reforzar su competitividad en esta nueva etapa. Los proveedores de la industria automovilística europeos están contribuyendo a su definición y apoyan la introducción del reconocimiento mutuo de la homologación internacional de vehículos completos (IWVVTA).
Con requisitos técnicos comunes para los vehículos en todos los países, se podrían reducir los costes de desarrollo y evitar la duplicación de procedimientos administrativos; y los consumidores también se beneficiarían de vehículos más económicos y que cumplen unos requisitos comunes en todo el mundo.
Conectividad y datos
Otras de las grandes tendencias disruptoras de la nueva movilidad son la conectividad de los vehículos y la conducción automatizada. La industria europea, en su conjunto, está trabajando junto a las compañías de telecomunicaciones y los órganos reguladores para implementar estándares de comunicación V2V (Vehículo a Vehículo) y V2X (Vehículo a Todo).
Los vehículos automatizados y conectados generarán enormes cantidades de datos, a partir de los cuales se pueden crear nuevos servicios y productos, revolucionar los modelos de negocio existentes y generar otros nuevos. Y la industria europea puede estar a la vanguardia en este terreno.
Ahora bien, es preciso crear la infraestructura apropiada y un marco normativo común para el tratamiento y la seguridad de todos los datos. Los proveedores europeos están deseosos de participar en el desarrollo de una normativa europea común que permita el flujo de datos y los ponga a disposición de todos los participantes en el mercado de forma justa y equilibrada.
Formación y talento
El capital humano siempre ha sido uno de los puntos diferenciadores de la industria española de la automoción. Pero el cambio de paradigma que está experimentando la movilidad requiere nuevas cualificaciones que hay que desarrollar.
Es necesario adaptar el currículo formativo, tanto de la formación profesional como de la universitaria, para disponer de profesionales cualificados y preparados para los nuevos retos de la industria. Además, se hace cada vez más imprescindible contar con programas de formación continua para la recualificación del “talento interno” en nuevas competencias digitales.
La formación es una prioridad estratégica para todo el sector. Es esencial trabajar en la adecuación de los planes de estudio a las necesidades reales de las empresas; establecer un período mínimo de prácticas profesionales; flexibilizar calendarios y horarios lectivos; impulsar los doctorados industriales y promover programas de FP Dual, involucrando en su desarrollo a grupos de trabajo integrados por empresas y Administraciones Públicas.