Tal y como aseguran desde el Grupo Renault, al que pertenece Dacia, invertir en un Dokker, en este caso con dos filas de asientos para cinco plazas reales, es hacer una compra inteligente. Y ciertamente lo es, no ya sólo por el hecho de que al fabricante checo siempre se le ha considerado una marca “low cost”, sino porque de un tiempo a esta parte ha incrementado sus prestaciones de forma considerable desde todos los puntos de vista.
Mucho por poco
Porque si entramos a valorar el equipamiento, podemos poner muchos peros, más bien todo lo contrario. Pocas cosas echamos en falta, y lo mejor de todo es que si no viene de serie, el precio por incluir algunos dispositivos es irrisorio si lo comparamos con algunos de los vehículos que se encuadran en el segmento de los compactos.
Así, por ejemplo, el pack aire-nav, que incluye aire acondicionado, navegador con pantalla táctil de 7”, toma USB y auxiliar, y Bluetooth manos libres cuesta únicamente 650 euros; no me digan que no merece la pena pagar por ello. Pero es hay más, ya que por apenas 320 euros podemos añadir el pack seguridad con controles de tracción y estabilidad, así como limitador de velocidad. Además de todo ello, la dotación de serie del acabado Ambiance es más que aceptable, tal y como se puede observar en el cuadro adjunto de equipamiento.
Toda una declaración de intenciones en definitiva de Dacia, que propone unos argumentos muy interesantes para hacer de este modelo una opción muy recomendable, incluyendo un interior espacioso que permitirá acomodar a cinco personas cómodamente.
En este sentido, el diseño del habitáculo sin ser su principal baza, está bastante bien resuelto, y a diferencia de la configuración furgón se ha cuidado más la terminación, con un panel central que incluye el navegador táctil –de uso muy intuitivo- y que destaca por un acabado cromado muy atractivo. Luego, la mejor posición al volante no es difícil de encontrar, si bien la sujeción lateral de los asientos delanteros no es la mejor.
Pasando a la parte posterior, destacar que la banqueta es capaz de acoger a tres adultos sin el menor problema, siendo el espacio para las piernas más que digno, 177 mm, al igual que la altura al techo, de 1.065 mm. Pero lo mejor es el volumen del maletero, de 800 litros en orden de marcha y un fondo de 1.164 mm, que pasa a ser de 3.000 litros y una longitud libre de 1.570 mm con la segunda fila abatida.
Buen rodador
En este caso el motor que teníamos entre manos era un diesel de origen Renault con una potencia declarada de 90 CV y un par máximo de 200 Nm, a lo que hay que sumar una caja de cambios manual de cinco relaciones. Unos números que resultan suficientes para hacer moverse al Dokker con cierta soltura sin que el motor dé la sensación de ir forzado en ningún momento.
Incluso podemos mantener ritmos vivos en carreteras de gran capacidad sin el menor problema; así, a 120 km/h en quinta el cuentavueltas marca 2.500 rpm, un régimen que en ningún momento repercute negativamente en el gasto de combustible –sólo hay que echar un vistazo a los consumos- ni en la sonoridad, a pesar de que las paredes laterales dejan demasiada chapa a la vista. Y es que se ha trabajado especialmente en la insonorización, incrementándose la superficie de las piezas situadas bajo el capó o la carrocería, entre otras. Diseño de retrovisores y barras del techo o las inserciones de espumas hacen el resto.
En cuanto a la dinámica de conducción, el Dokekr es bastante dócil en su comportamiento, gracias a unos trenes rodantes muy firmes que hacen que la carrocería se sujete al asfalto firmemente y que el balanceo apenas se perciba.