Así, la totalidad de la gama de propulsores que incluye la Crafter –en realidad se trata de una única mecánica de 2,5 litros de cilindrada que se ofrece en cuatro escalas de potencia- apuesta por esta tecnología, si bien hay que puntualizar que para el mercado español sólo se servirá con los motores de 109, 136 y 163 CV, quedando el de 88 CV de potencia para otros mercados europeos. Eso sí, únicamente se montarán en unidades a partir de los 3.500 kilos en cualquiera de las configuraciones disponibles en la serie, es decir, furgón, kombi y chasis cabina.
Un trabajo bien hecho
Como decíamos, la disminución de los agentes contaminantes en la Crafter se hace a través de un catalizador SCR, que precisa de una solución acuosa no tóxica de urea y agua (AdBlue) a modo de purificador, de manera que el óxido nitroso generado por el motor se transforma en nitrógeno y agua.
Para lograr dicha purificación, la urea es inyectada en el sistema de escape gracias a un controlador electrónico encargado de introducir la cantidad exacta. El proceso se lleva a cabo a una temperatura superior a los 200ºC, sintetizándose la urea en amoniaco (NH3) en menos de un segundo. A continuación, el NH3 reacciona con los óxidos nitrosos en el catalizador, resultado de lo cual se produce nitrógeno (N2) y agua (H2O).
En este desarrollo, el filtro de partículas diesel DPF –un 10% mayor que el anterior- juega un papel fundamental, en tanto que junto con el nuevo sistema de control de la temperatura, asegura que regeneración se realice en perfectas condiciones.
Para dar sentido al proceso, la Crafter incluye un depósito de AdBlue de 29 litros de capacidad que se aloja en el compartimento motor, siendo muy fácil rellenarlo, en tanto que la boca para ello se encuentra en primer término. Ahora bien, hay que tener presente que el consumo del líquido reductor es mínimo –un 1% del total del consumo de gasoil-, con lo que en condiciones normales, sólo habrá que rellenar el tanque en los servicios de mantenimiento. En cualquier caso, si por cualquier circunstancia el nivel de la solución, baja antes de realizar la revisión un piloto avisa de tal circunstancia, teniendo a partir de entonces hasta 2.400 kilómetros para hacer dicha operación. En caso de no hacerlo, el par motor se reduce instantáneamente un 25%.
Para el reportaje existen multitud de Estaciones de Servicio en las que se pueden encontrar surtidores especiales y garrafas de diferentes capacidades, siendo los costes derivados del reportaje asumidos por Volkswagen durante los tres primeros años de vida del vehículo, previa presentación del recibo correspondiente de la compra del líquido en cualquier concesionario oficial de la marca.
En consecuencia, nos encontramos ante un motor ecológico que recorta sus emisiones hasta en 23 g/km, lo que le ha servido no sólo para cumplir con la Euro 5, sino con la más restrictiva EEV (Vehículos ecológicamente mejorados), a medio camino entre esta última y la Euro 6.
Por otro lado, la Crafter incluye una nueva caja de cambios de seis marchas que, además de reducir las vibraciones, posibilita una rebaja de las revoluciones en las marchas más altas, particularidad de la que se beneficia especialmente la mecánica, que no gira obligada en ningún momento. Ello asimismo tiene incidencia en el consumo de combustible, que se ve reducido en cerca de un litro cada 100 kilómetros como media.
En lo que no varía mucho el BlueTDI con respecto al motor original es en su poca predisposición a iniciar la marcha, no siendo hasta las 1.800-1.900 vueltas cuando se empieza a notar la fuerza de un mecanismo que en el momento en el que la aguja supera esta cifra muestra una capacidad para empujar muy a tener en cuenta, lo que nos permitirá ganar celeridad rápidamente incluso a plena carga.
Es justo el intervalo entre las 2.000 y las 2.500 rpm, en el que el propulsor ofrece lo mejor de sí mismo, lo que sumado a los desarrollos de un cambio perfectamente equilibrado nos permite circular con cierta alegría sin forzar en ningún instante la “maquina”. Y basta un ejemplo: a 110 km/h, con la 6ª velocidad insertada, el tacómetro únicamente marca 2.350 revoluciones por minuto, lo que da una idea de su elasticidad. Eso sí, conviene no dejar caer las vueltas mucho más allá de las 2.000 rpm, ya que la Crafter muestra una evidente falta de inercia. Sea como fuere, la rapidez de reacciones de la transmisión posibilita volver a encontrar ese empuje perdido en pocos segundos –basta echar un vistazo al cuadro de recuperaciones-, con lo que pocas veces tendremos la sensación de perder más vivacidad de la deseada.
En relación a su comportamiento, poco que señalar en este sentido que no conociésemos de anteriores pruebas realizadas con la Crafter. Y es que se trata de un vehículo bastante dinámico para el tamaño que “gasta”, no siendo su devenir nada nervioso incluso en carreteras sinuosas –la dirección también es muy directa. En ello tiene mucho que ver los reglajes de una suspensión que apenas permiten filtraciones de ningún tipo en un habitáculo que por otro lado se beneficia de la baja sonoridad del motor –otro logro de la BlueTDI-.