Es por ello que la Dirección General de Carreteras, a través de sus demarcaciones territoriales, y el resto de titulares de las vías en las que se va a realizar estos cambios, han ido retirando las señales de tráfico con los antiguos límites de velocidad, hasta un total de 2.719, lo que ha supuesto un coste aproximado de 526.000 euros (sin IVA).
Con todo, el director general de Tráfico, Pere Navarro, ha señalado que la reducción del límite de velocidad "debe ir acompañada de una mayor vigilancia y control por parte de las policías encargadas de la vigilancia de tráfico y de mejoras y actuaciones en el diseño de las infraestructuras por parte de los titulares de la vía".
Por otro lado, Javier Herrero, director general de Carreteras, ha señalado que "uno de los objetivos que tiene el Ministerio de Fomento es la seguridad de las infraestructuras de su titularidad. Por ello, en colaboración con la Dirección General de Tráfico, hemos ido sustituyendo la señalización en todo el territorio, con el objetivo primordial de poder aumentar la seguridad viaria. Además, de forma paralela, llevamos a cabo actuaciones para mejorar la propia infraestructura como refuerzos en firme, balizamiento, etc. Sin olvidar las nuevas carreteras que vamos poniendo en servicio".
Así, cuatro son los objetivos marcado con este cambio en el reglamento. El principal pasa por reducir la siniestralidad vial y cumplir el objetivo establecido de la Estrategia de Seguridad Vial 2011-2020, de bajar la tasa de fallecidos en accidente de tráfico de 37 por millón de habitantes.
El segundo propósito es converger con Europa, en tanto que la mayoría de los países de la Unión Europea han ido adoptando medidas de reducción de las limitaciones de velocidad en aquellas vías en las que no hay separación física de sentido.
En tercer lugar, se pretende reducir la diferencia de velocidad entre vehículos de transporte (viajeros o mercancías) respecto de los turismos.
Por último, es necesario avanzar hacia el establecimiento de un sistema seguro vial, que consiste en tratar de minimizar las consecuencias negativas de un potencial accidente y los límites de velocidad son el instrumento adecuado para equilibrar las necesidades de movilidad y seguridad.