El mejor proceder para la utilización del motor es conducir concentrado y con previsión; de esta forma estaremos preparados, y por tanto prepararemos al propulsor, ante cualquier circunstancia de la ruta. El simple hecho de adecuar nuestra velocidad, por ejemplo, al vehículo que se incorpora evitando “el frenazo del último momento” será suficiente para empezar a ahorrar combustible.
Las distintas etapas de la conducción
Con todo, las mejores circunstancias para ahorrar combustible se dan al circular en llano, que es, según las estadísticas, el recorrido con mayor porcentaje que realizamos con un vehículo. Pero aun así, es importante controlar que el régimen de revoluciones del motor esté en la zona más baja de la zona verde (también conocida como económica y que en lo motores diesel suele llegar hasta las 2.000 rpm), siempre que nos permita mantener una velocidad muy cercana a la velocidad media con la que pretendamos trabajar.
Cuando se realizan largos trayectos por una vía poco transitada o de tráfico fluido, es recomendable utilizar el Control de Velocidad de Crucero. Ahora bien, hay que tener en cuenta que el vehículo “no tiene conocimiento” de lo que tiene delante y no percibe la orografía del terreno, con lo que siempre dará prioridad a la velocidad punta, intentando alcanzarla en el menor tiempo posible, por lo que en caso de subidas o retenciones el propulsor sufrirá una aceleración a fondo si es necesario.
En los ascensos es importante mantener que la aguja del cuentarrevoluciones esté en la parte alta de la zona verde, sin sobrepasar la franja económica; si notamos que el motor va “sobrado” levantaremos un poco el acelerador hasta que la aguja esté de nuevo en la zona verde. Es muy importante conocer bien las tablas de trabajo de nuestro vehículo y aprovechar al máximo el par que es capaz de entregar, sin abusar de la potencia.
Por su parte, en los descensos contamos con la ventaja de que al circular sin accionar el acelerador y con una marcha engranada, el consumo es cero, pero tenemos la desventaja de que el peso y la pendiente harán que nuestro vehículo gane mucha velocidad sino lo controlamos.
Como prioridad actuaremos de forma que en ningún caso se vea la seguridad comprometida, y dejaremos de acelerar cuando pensemos que la inercia nos llevará hasta el descenso. No tiene sentido acelerar bajando, porque alcanzar la velocidad deseada puede ser “gratis” si dejamos actuar a la gravedad y, además, porque es muy probable que después tengamos que frenar para evitar que el vehículo supere la velocidad permitida o que alcancemos una velocidad insegura, por lo que engranaremos la marcha adecuada para el descenso antes de iniciarlo evitando que el vehículo se lance y después tener que frenar para engranar la relación adecuada.
Consejos prácticos:
- Conducir siempre dentro de la zona económica del cuentavueltas.
- Planear la conducción, y elegir la marcha adecuada a cada circunstancia.
- Dejar de acelerar cuando pensemos que la inercia nos llevará hasta el descenso.
- No acelerar bajando y dejar que el vehículo gane velocidad por inercia; este es el momento de utilizar marchas largas. Pero si el descenso es largo y prevemos que el vehículo superará la velocidad máxima, engranaremos la relación adecuada antes de iniciarlo.
- Antes de que el vehículo se embale, reduciremos para que el motor alcance el régimen de máximo rendimiento del freno motor.