Circular con un neumático defectuoso en muchas ocasiones puede provocar accidentes, por lo que deberemos seguir las instrucciones del fabricante en cuanto a la presión de los mismos. Un mal inflado, ya sea por defecto o por exceso, puede provocar un excesivo consumo de combustible, un desgaste no uniforme del mismo y, lo que es peor, un reventón inesperado, con lo que ello implica desde el punto de vista de la seguridad vial.
Pero de una buena elección también depende mucho que la conducción sea más o menos eficaz. Lo más importante en cualquier caso es llevar un mantenimiento adecuado, para lo cual hay que seguir una serie de pautas. Por lo pronto, es preciso hacer un control visual de los mismos cada cierto tiempo (por lo menos, una vez a la semana), para comprobar si existen cortes, grietas o si la banda de rodadura se encuentra en mal estado.
En el caso de los vehículos comerciales, la correcta presión del inflado es fundamental, sobre todo cuando se va cargado, ya que a menor presión la zona de contacto con la calzada disminuye, provocando con ello un calentamiento excesivo de las gomas (lo que puede dar lugar a un reventón), una menor estabilidad y un aumento del consumo al tener que incrementar la fuerza motriz. Por el contrario, si el inflado es mayor del recomendado, además de influir negativamente en las condiciones de marcha (si el vehículo rebota contra el asfalto continuamente la suspensión se verá afectada), el desgaste será más acusado en el centro de la banda de rodadura.
Es preciso, además, vigilar la profundidad del dibujo, siendo obligatoria la sustitución de los mismos cuando ésta es menor a 1,6 milímetros. Señalar que la mayoría de fabricantes de neumáticos cuentan con gamas específicas para furgonetas, que ofrecen mayor robustez y más protección de los flancos frente al desgaste. Asimismo, proponen cubiertas para el invierno, que se caracterizan por una mayor adherencia, si bien únicamente son recomendables si se va a circular en condiciones adversas por un tiempo prolongado.
Hoy en día, también existen gomas compuestas por cauchos especiales (los llamados neumáticos verdes) que reducen la resistencia a la rodadura sin que la seguridad se vea perjudicada, incrementando su vida útil.
Etiqueta ecológica
Desde el año 2011, todos los neumáticos deben llevar adherida una etiqueta en la que se recoge una serie de códigos que valoran aspectos muy importantes de los mismos que ayudan al consumidor a entender el impacto real de los mismos en parámetros como el consumo, la seguridad, las emisiones o el ruido.
Así, el punto “1” hace referencia a la resistencia a la rodadura, yendo la escala de mayor eficiencia (A) a menor eficiencia (G). La diferencia de consumo entre uno y otro puede llegar hasta el 7,5%. El “2” valora el agarre sobre mojado, o lo que es lo mismo, la distancia de frenado en condiciones adversas, calculándose la diferencia en la distancia de frenado para pasar de 80 a 20 km/h en más de 18 metros entre un neumático de clase “A” y uno de “G”. Por último, el punto “3” se refiere al ruido de rodadura, siendo la clasificación de tres niveles, y viene marcado por otras tantas ondas concéntricas, significando cada una de ellas el valor máximo permitido (tres ondas), tres decibelios menos (dos ondas) y nivel inferior en más de tres decibelios (una onda).
Consejos prácticos
- Seguir las instrucciones del fabricante en cuanto a la presión del inflado de los neumáticos.
- Realizar un control visual de forma periódica para llevar las gomas siempre en perfecto estado.
- Sustituir los neumáticos cuando la profundidad mínima llega a los 1,6 milímetros.
- Comprobar siempre la presión con el neumático en frío.